lunes, 13 de abril de 2015

Libro: Un nuevo mundo. capítulo 1 e introducción

UN NUEVO MUNDO

INTRODUCCIÓN

No sé qué fue lo que me enamoró de él, quizás fue su sonrisa, su mirada, su presencia… sólo sé que desde aquel día, uno normal como cualquier otro, nada volvió a ser lo mismo. Recuerdo verle desde niño jugando con el resto de chicos del reino por los prados, molestando a cada cabra, vaca o gallinas que pudieran ponérseles por delante, aunque no sólo molestaban al ganado, sino también  al resto de campesinos que vivían en el reino. ¡já¡ recuerdo la broma que le gastaron a mi padre cuando teníamos 12 años, sólo necesitó un cubo de agua llena y una puerta a medio cerrar para sacar de sus casillas a mi padre. Me reí más que ellos. También recuerdo cuando le robaron una barra de pan a mi padre en la panadería que llevábamos. Se me salen las carcajadas a la vez que la sangre de mis pulmones inundados cada vez que lo recuerdo. Aunque haya hecho muchas trastadas en el reino, Jack nunca fue reñido por ningún campesino ya que no se atrevían a regañar al hijo político del rey.
 Jack fue acogido con 3 años por el rey Draganel II cuando sus padres murieron en su fiesta de cumpleaños en el reino de Uray a tan sólo 9500 millas de nuestro reino, Layna. La madre de Jack era la hermana de nuestro rey y se casó con el hijo del rey de Uray, el príncipe Killan, hijo único y heredero de un imperio lleno de riquezas, esclavos, pensadores….. Al antiguo rey, y padre de nuestro actual rey, le convenía el matrimonio de su hija con Killan, por suerte estos se enamoraron a primera vista y se casaron bajo una promesa de amor eterno. Por desgracia, dos años después, justo el día del nacimiento de Jack, el antiguo rey murió, concediéndole el reino a su primogénito y único hijo varón, Dragonel II que fue temido hasta el día de hoy por sus estrictas normas, crueles castigos, dolorosas muertes (tanto a presos como a los traidores) y su gran interés por la magia negra. Todos nos preguntábamos porqué estaba tan interesado un hombre tan poderoso en obtener esa clase de poder, muchos lo llamaron avaricia pero no era eso… y saberlo cómo lo sé yo…..me ha costado mi vida.
El reino de Layna era un lugar donde las flores brotaban todos los días, incluso en invierno, los prados eran verdes los árboles frutales y no había día en que los pájaros cantaran, como si tuvieran una cita con la naturaleza, por lo menos eso me contaba mi padre. Ojalá le hubiera preguntado más cosas antes de su muerte…. Quizás tenga pronto la oportunidad de verle. Ojalá pudiera haberle preguntado más sobre mi madre, a quién nunca conocí, o sobre esos prados verdes y los cantares de los pájaros que nunca pude llegar ni a ver ni a oír…. Pero él nunca quiso hablarme ni de una cosa ni de otra. Nunca sabré lo que le pasó a mi madre, si está muerta o viva ni tampoco sé si llegaré a oír el cantar de un pájaro. Tan sólo tenía 14 años cuando mi padre falleció de una enfermedad. Me quedé sola en el mundo siendo sólo una niña, aunque tuve el calor de la familia de mi amiga Gisselda, que me trataron como a una hija más, después de cuatro que tenían. Cuando cumplí los 18 me ví lo suficientemente madura como para emprender mi vida, volví a mi casa y volví al oficio familiar de repostería aunque también volvieron mis dolorosos recuerdos de mi padre en sus últimos minutos… nunca lo superé. Siempre estuve agradecida a mi padre  por enseñarme a cocinar, lavar, llevar un negocio, hacer los mejores tratos con los campesinos…. Siempre se lo agradeceré. También me encantaba leer y aprender cosas nuevas por lo que me ofrecí como profesora para los niños del reino que quisiesen aprender. Todos eran niños, menos una niña, la más dulce y valiente niña que me encontré jamás. Se llama Leanor y con tan solo 6 años es la primera de la clase. Sus padres quieren que tenga un futuro diferente al que han tenido su familia y sabían que la sabiduría que dios le concedió la sacaría de esa vida, y no se equivocaban. A los cinco días de clase esa chiquilla de ojos azules, tez morena y rubia conquistó una parte de mi corazón y forjó una gran amistad conmigo. Es dulce, cariñosa, incapaz de matar una mosca…. Y sobre todo…. Inocente como cualquier niño. Muchas veces me traía flores, otras manzanas (que me encantaban) y en otras ocasiones objetos curiosos que la gente perdía y ella encontraba. Su sonrisa me iluminaba cada día y me aportaba fuerza para poder levantarme cada mañana y no rendirme. En una ocasión, me preguntó sobre las praderas verdes y los pájaros que cantaban… no supe qué decir en un principio ya que no sabía tanto, sólo lo que mi padre me contaba. Ella inchó sus mofletes como explesión de enfado y me regañó aunque lo único que pude hacer fue reir.
Leanor me recordaba a mí de pequeña, no por su aspecto, sino por su forma de ser. Aunque yo era más testaruda y gruñona con mi padre fui dulce y cariñosa. Un día de clase  recuerdo que Leanor me cojió del brazo y me llevó corriendo detrás de un muro de una casa al lado de la plaza. Estaba muy nerviosa pero sonriente como siempre y no paraba de decirme que quería contarme un secreto. Impaciente esperé a que se tranquilizara y comprobase que estuviésemos solas:
-Quiero contarte mi secreto pero… ¡prométeme que no se lo dirás a nadie! Es una promesa de amigas ¡¿vale?¡- Me dijo casi chillando
-Si ,tranquila, es una promesa de amiga- Le respondí sonriente, cogiéndola de la mano y haciendo nuestro símbolo de secretos entre amigas.
-Veras… es que me da vergüenza…. Pero … no sé….- estaba casi impaciente- creo que me gusta un chico de clase.
Me quedé con una expresión de sorpresa porque no pensaba en que me digiera algo como eso.
-¿Qué crees?¿Es malo que me guste un chico?¿Qué  digo?¿Juego con él o me quedo al margen?...
Leanor me acribilló con demasiadas preguntas. Por supuesto no veía nada malo en que le gustase un chico y por supuesto pensaba que el amor podría llegar en cualquier momento y a cualquier edad, siempre que hubiera respeto. Encantada y alegre, aconsejé y respondí todas las preguntas de Leanor… todas menos una.
-¿Te gusta algún chico?- Fue la última pregunta que me hizo esa pequeña diablilla. Es cierto que cuando conocí a Jack con 10 años sentí como me daba un vuelco el corazón y las mejillas se me sonrojaban por ver al chico más guapo que nunca había visto. Nunca pude acercarme a él porque ningún niño quería jugar conmigo. No pude conocerle, ni escuchar su voz, ni jugar… sólo sabía que el corazón se me salía con tan sólo verle. En una ocasión, estuve muy cerca de él y ,aunque no hablamos, su gesto me hizo comprender que él era diferente. Recuerdo que aquel día discutí con mi padre y me escapé de casa, anocheció y no había ni comido ni cenado por lo que mi estómago se quejaba a cada instante. Yo lloraba y me acurrucaba junto al muro de una casa recordando el motivo de mi huida cuando, sin previo aviso, apareció él… recuerdo que le miré y me perdí en sus ojos azules…. Jack,  como gesto para que volviera a la Tierra, se aclaró la garganta y me regaló una manzana, cuando la cogí se marchó corriendo y se perdió en la oscuridad de la noche y entre las casas que formaban el reino. Desde aquel día, considero la manzana mi fruta favorita…
-¡Eii! ¿te gusta algún chico? Dímelo por favor…- me dijo Leanor con gesto dulce.
-Volvamos a la plaza, se hace tarde y debo dar clase- dije como excusa, que para mi opinión fue bastante buena.
Nunca volvimos a hablar de ese tema pero me hizo pensar…
Cuando volví a casa y me preparaba para hacer mi comida recordé la conversación con Leanor y empecé a pensar: ¿Cuándo fue la última vez que le ví? La verdad no lo recuerdo muy bien, quizás 6 años, 7….no lo recordaba con precisión pero de una cosa si que me acordaba:  de sus ojos azules
Capítulo 1: Reencuentro
Aquel día…. Ese día cuando todo cambió… nunca lo olvidaré… tenía 20 años y entró como un rayo Marian, la madre de mi amiga y, en cierto modo, también la mía ya que ella y su marido me criaron durante cuatro años como a una hija más. Recuerdo su rápida respiración e incluso cómo se ahogaba con su jadeo. 
-¿Qué le pasa Marian? ¿se encuentra bien? ¿a pasado algo?- Le dije asustada ya que nunca la ví de esa manera.
-Zalia… ve…. Ven…. Ven conmigo…. Algo está pasando… en…. La plaza- Me dijo como pudo.
Asustadas corrimos hacia la plaza central del reino, mi lugar donde implantaba clases. Por el camino se veían otras mujeres, hombres y niños corriendo hacia la plaza, escuché algunos rumores que luego parecieron ciertos.
-¡El rey va a dar un comunicado¡
-¿Será un aviso de guerra?
-¡Dios mio, cuanta gente¡- se escuchaba entre los murmullos de la gente.
Cuando llegamos a la plaza, vimos, sobre un escenario improvisado, al rey junto a su único hijo Kilo , quien ya había cumplido los 18.
Nunca antes había visto al rey, ni mucho menos a su hijo. La sensación que tenía era una mezcla entre emoción y miedo y ver su túnica negra, con motivos rojos y dorados,y cómo se extendía por el escenario… inspiraba respeto. Su hijo parecía que iba a juego con la túnica de su padre pero sólo cambiaba en una cosa, los motivos eran plateados. El rey era canoso, se le veía mayor pero bastante bien cuidado. Su media melena ondulada parecía plata a los rayos del sol mientras que su hijo, de pelo corto y negro, llamaba la atención en una cosa: sus ojos verdes brillantes tal y como eran los míos.
-Ciudadanos del reino de Layna-dijo el rey con voz ronca, a la vez que profunda- hoy va a ser el comienzo de una nueva era, mi hechicero personal y yo hemos estado 25 años buscando una gema y hoy creemos saber dónde se encuentra. Para conseguirla, vais a dejar vuestros empleos y tanto mujeres como hombres, de entre 14 y 50 años marchareis hacia las minas que hay a las afueras de la ciudad. Esas minas contienen oro (dijo señalando su corona), plata (dijo señalando la túnica de su hijo) y diamantes (dijo señalando un anillo que portaba). Pero no quiero ninguna de esas cosas, quiero una gema, diferente a cualquiera de estos elementos. Quien la vea, tendrá todo el oro, plata y diamantes que se hayan sacado de la mina.-
La gente empezó a murmurar cada vez más alto. Ya se escuchaba a un anciano al fondo de la plaza:
-          Mi rey, yo le serviría hasta el final de mis días, pero mi hijo que tiene 40 años ha perdido a su esposa recientemente y él padece una enfermedad.¿ Puede hacer alguna restinción?-
El rey se giró a la par que su hijo y le dijo al anciano:
-          Si ni usted ni su hijo pueden ayudarme ¿Para qué os quiero en mi reino? ¡GUARDIA! Encargese de esa escoria.
No podía creer lo que mis ojos estaban viendo. El guardia se dirigió hacia el anciano y le clavó una espada justo en el corazón. Murió en el acto. El hijo del anciano, por suerte, no estaba allí con él.
-Quizás no me haya explicado con claridad- volvío a decir Draganel- quiero esa gema, me da igual cómo lo consigáis, pero no pienso permitir que ningún campesino quede fuera de las minas. Los niños, por supuesto, limpiarán los escombros que los adultos saquen de las minas. Trabajareis día y noche. Sólo descansareis para comer. Quién no pueda continuar con su labor, será ejecutado.
Mi expresión se volvió más pálida de lo que era mi piel, y no sólo yo, también mi “madre”, Gisselda, mi “padre”… todo el pueblo sentía miedo y temor.
Volved a vuestros hogares y disfrutad del día, mis campesinos, que mañana, a primera hora, un guardia os llevará a las minas.
Mi mirada se dirijió hacia el anciano, que yacía muerto en una de las esquinas de la plaza y no pude evitar que se me saltara una lágrima por él. Intenté acercarme a él, por si había esperanzas, pero Gisselda me detuvo.
-          Olvidalo, pueden que te maten a ti también por intentar socorrerlo Zalia.
-          No puedo dejarlo ahí, tirado como cualquier cosa, ¡es un ser humano¡
-          ¡Zalia no¡- Me dijo mi amiga y hermana mientras intentaba soltarme de ella. De forma brusca pude soltarme y me acerqué corriendo al pobre hombre Le tomé el pulso, ya que algo de medicina entendía y creí encontrárselo, pero no fue así. Todas las valdosas de su alrededor estaban manchadas de sangre y ahora mis manos también.
-          ¡Quién es usted¡ ¡¿Conoce a este hombre?¡ - me dijo un guardia que se me acercó entallando su espada.
-          Yo… no.., no le conozco… pero..- No pude terminar de hablar cuando él me golpeó con el puño cerrado y tirándome al suelo.
-          Marchate pelirroja, no vaya a ser que haga algo de lo que me arrepienta- Dijo entre sonrisas. Sentí cómo su mirada me miraba con deseo cuando me vió allí tirada. Por suerte Marian y su marido llegaron a tiempo. Me levantaron y nos marchamos corriendo del lugar. No miré atrás pero sentía la mirada de ese guardia en mi espalda.
No tardamos mucho en llegar a mi casa, donde preparé una infusión especial a base de hierbas relajantes. Ninguno habló, todos sabíamos lo que nos esperaba en aquel lugar… la muerte. ¿Quién es capaz de trabajar, día y noche y descansar sólo unos minutos? Era imposible…. Mientras hacía la infusión no pude evitar pensar que pronto alguno de nosotros encontraría la muerte.
Marian, su marido y sus cuatro hijos se marcharon de casa con la cara descompuesta, pensé que la infusión no les había echo efecto. Al día siguiente empezaría nuestra pesadilla… normal que tuviésemos esas caras…
Mientras anochecía, yo miraba a la ventana, con lágrimas que parecían cascadas, miraba las estrellas que aparecían una a una mientras se hacía la oscuridad. Me gustaba ver las estrellas, me relajaban. Siempre les pedía un deseo y… por increíble que parezca, siempre pedía que protegiesen aquellas personas que alguna vez velaron por mi seguridad. Me sentí bien, dentro de las circunstancias. Miré atrás y ví la mesa de madera que componía la cocina y recordé a mi padre, el día que la talló con sus manos y lo torpe que fue al poner una de las patas al lado contrario a lo que debía. Mientras tocaba ese agujero que ocasionó el despiste de mi padre no pude evitar soltar una carcajada a la vez que más y más lágrimas. Cuando ví que todo se había oscurecido cogí mi vela y me disponía a apagarla pero, sin previo aviso,mi puerta se abrió de un golpe y por ella apareció una persona, con túnica muy larga, oscura y capucha. No me dirijió ninguna palabra, sólo cayó al suelo y no se levantó.
Corrí a socorrer al estraño que entró en mi casa, no pude verle la cara porque la capucha no me dejó, sólo ví cómo se agarraba una parte del abdomen ¡lo habían herido¡
Intenté arrastrarle hasta mi cama, que no quedaba muy lejos y cuando me disponía a subirle se despertó y pudo, entre dolores, recostarse.
-¿Quién eres? ¿Qué te ha pasado?- Le pregunté intentado aparentar normalidad cuando ,en realidad, me sentía muy asustada.
-Me sorprende que te hayas olvidado de mí, ojos claros- dijo a regañadientes.
No lo me podía creer, ¿Jack? ¿era él? Aún hubiera pasado mucho tiempo, le reconocí su voz, algo que parece imposible pero nunca le olvidé. Para asegurarme, le quité la capucha y mi mirada esquivó su media melena rubia, sus hermosos labios y su tez morena y se dirigió a sus preciosos ojos azules.
-Co-co-… ¡¿Cómo sabes donde vivo?¡ ¡¿Qué te ha pasado?¡- fue lo único que pude decirle, ya que estaba confusa.
-Luego te explico….. ahhh…. Este dolor me está matando…pufff….- Dijo mientras se presionaba el abdomen
Corriendo fui al cazo donde preparé la infusión, el resto de lo que sobró  me serviría como medicina para cicatrizar. Preparé agua caliente para desinfectar y con restos de una sábana hice gasas que mojé en la infusión. Mientras intentaba desinfectar la zona donde estaba la herida escuchaba como Jack aguantaba sus aullidos de dolor. Tarde un rato en pero finalmente conseguí curarle.
-Bien, ya está, ahora responde a mis preguntas- le dije con seriedad
-¿Qué preguntas?- me dijo haciéndole el tonto
- Las que te hice cuando apareciste, ¿cómo sabes donde vivo? y ¿Que te ha pasado?
-No recuerdo haberte dicho que te lo fuera a contar….- me dijo girando la cara
Algo dentro de mi se salió de sus casillas, no me iba a tomar como una tonta, y mucho menos se iba a salir con la suya. Me acerqué a su cara y aunque sus ojos me hacían perderme en ese momento no tuvo efecto
-Responde a mis preguntas o te echo a la calle como a un vulgar ladrón y avisaré a los guardias, quizás ellos te hagan hablar- Dije de tal forma que me sorprendió incluso a mí.
-No te veo de esa clase de persona, preciosa- dijo con gesto chulesco
-¡No me llames preciosa¡ ¡me llamo Zalia¡
-Como quieras ojos claros- me repitió como si no hubiera escuchado mi advertencia
Cada vez me ponía más nerviosa, no sabía que decir, me estaba sacando de quicio.
-Jajaja no te enfades preciosa, ha pasado mucho tiempo, no te pongas así- me dijo él mientras se tocaba la herida con la mano
Justo cuando iba a reprocharle, pegaron a mi puerta los guardias del reino. Miré a Jack y no necesité palabras para saber que le buscaban.
-Buscamos al príncipe Jack, ¡abra la puerta!- Dijo uno de los guardias
-¡No les abras! ¡Van a matarme! ¡Tenemos que huir!
- ¡¿Huir?! ¡No pienso huir, no he hecho nada¡
-Me has escondido, me has curado y has hablado conmigo, no necesitan más acusaciones que esas para matarte a ti también
-¡ Abra la puerta¡ ¡O quemaremos la casa entera¡
¿Mi casa?, ¿mi hogar?, ¿Dónde crecí y ví morir a mi padre? Ese era el único lugar de este mundo donde me sentía bien, no podían arrevatarmelo así como así. No podía permitirlo…. Aunque… tampoco podía permitir que se llevaran a Jack…
Cuando me giré para hablar con Jack ví que ya no estaba sobre mi cama, miré alrededor y no le encontraba. Decidida, fui a abrir la puerta
-¿Qué ocurre soldado?- dije intentando parecer lo más normal posible
-Buscamos al príncipe Jack, está acusado de alta traición y ha sido condenado. Ha huido en esta dirección y creemos que ha podido esconderse aquí. Echaremos un vistazo
-No hace fal…..- No pude terminar la frase ya que el otro soldado que le acompañaba me empujó al suelo. Los dos entraron y empezaron a mirar. Yo no podía mirar el interior de mi casa ya que en el exterior había algo que me llamaba más la atención: Casi el ejército entero se encontraba en mis terrenos, tanto soldados a pie como a caballo, con antorchas, espadas ,arcos.. parecía que buscaban un ser mitológico de grandes dimensiones.
-¡¿Porqué hay sangre aquí?!- Me preguntó uno de los soldados- Lo sabía, le hemos herido y ha estado aquí ¡Llamen al general¡ creo que le interesará hablar con la señorita a solas- dijo entre carcajadas.
Como un ser oscuro, apareció de la nada un hombre, de armadura negra y ojos rojos, nunca ví ojos de ese color. Me entró muchísimo miedo, sentí como mi corazón latía más rápido de los normal y sentí las pupilas de mis ojos contraerse.
 Recuerdo pensar en que iba a morir, lo que no sabía es que aquello era el principio.
Ese hombre oscuro me cogió del pelo y me levantó del suelo hasta ponerme a su altura y, con la espada en la mano, me dijo:
-No serías la primera mujer que mi espada atravesara, dime donde está y no te pasará nada
-No sé donde está,¡ se lo juro¡
-No me gustan las mentiras….- dijo mientras levantaba su espada y se disponía a usarla contra mí. Cerré los ojos y esperé, lo que, por el momento, no llegó.
Me soltó y caí al suelo. Jack le lanzó una de las espadas de los guardias, ya inconscientes en el suelo, al general. El grito de ese hombre fue tan corto que no dio tiempo a salir corriendo. El general recogió su espada y luchó contra Jack. Los guardias de fuera venían corriendo hacia mi casa. ¿Qué podía hacer?.... Recordé un escondite que mi padre hizo en mi casa, estaba justo bajo mi cama pero necesitaba una distracción para que los guardias no me siguieran. Entonces, mientras me escondía bajo la mesa de la cocina ví unas hierbas que recogí antes de dar clases esa misma mañana. Las hierbas, en infusión servía para dejar dormido a cualquier animal o persona que lo tomara al instante pero, si lo quemaba, desprendía mucho humo y un olor insoportable para cualquiera. No me lo pensé dos veces y cogí toda la cesta que tenía, y busqué una antorcha. Ví que el general luchaba también con una antorcha así que pensé cómo quitársela. Cerré la puerta y la encajé para que ningún guardia pudiera entrar, Cogí una silla y golpee por detrás al general. Él se paralizo, se giró y me miró con sus ojos rojos que parecían sangre. No parecía que le hubiera echo efecto mi ataque y eso que rompí la silla de mi padre. Así que cogí el objeto que más cerca tenía y le golpee en la cabeza a la velocidad de un rayo, antes de que pudiera atacarme. Cayó inconsciente al suelo. Por desgracia, la antorcha también y empezó a prender todo mi hogar.. Los guardias, por las ventanas, también lanzaron antorchas y me encontré atrapada en un hogar en llamas. Tiré todas las plantas por la casa, las llamas harían el resto. Jack me miraba sorprendido por lo que había echo, ¿se fijó en lo valiente que fui? , quizás no se lo esperaba. Pero en cuanto notó el humo quiso salir:
-¡Corre, tenemos que salir de aquí¡
-¡No puedes salir fuera, te matarán¡
-¿¡Entonces cómo salimos vivos de aquí?¡
-Sígueme- le dije mientras le cogía de la mano y lo llevaba a mi habitación. Retiré la cama y levanté lo que parecía una trampilla. Bajamos y encontramos un pasadizo.No miramos atrás.


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